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Lluvia de párpados y un poco sobre la juventud

  • Andrea López
  • 13 ago 2017
  • 4 Min. de lectura

¿Qué quiero escribir sobre mi generación? No lo sé, a veces ni yo misma entiendo a quienes me rodean.



Últimamente hemos escuchado la palabra “millenials” hasta el cansancio. Existen videos en donde nos critican, hay artículos que dicen que si el mundo está en manos de los que crecimos con el cambio de milenio, entonces la sociedad puede darse por vencida de una vez por todas. El asunto es el siguiente: los millenials, según algunas personas, somos los jóvenes que hoy nos encontramos entre los 20 y 35 años, es decir, quienes nos convertimos en adultos mientras la tecnología crecía de una manera acelerada y las redes sociales se volvían lo que son ahora. Si bien se dice que los millenials son los nacidos entre 1981 y 1995, algunas otras personas consideran que esta generación surge de 1984, en adelante.


En fin, todo el mundo se pregunta cómo será el futuro teniendo a esta generación al mando; créanme cuando les digo que yo también lo hago y que, encima de todas esas dudas, me da miedo. Pues a veces tengo la impresión de que los millenials somos una generación con el corazón roto. Lo que se dice de los adultos jóvenes de hoy en día es más o menos lo siguiente: que creemos saberlo todo y que somos extremadamente soberbios, somos perezosos, decimos tener la respuesta a todo lo que se nos cuestiona, morimos por cambiar el mundo pero no sabemos ni lo que eso quiere decir, que nos preocupa mucho nuestra apariencia y que la mayor parte de nuestra vida se va en las redes sociales, entre muchas otras cosas.


Sí, tal vez todas esas impresiones no estén tan alejadas de la realidad. Hoy no quiero escribir lo que ya todo el mundo sabe acerca de los jóvenes de hoy; quiero escribir mi punto de vista, lo que yo siento estando dentro de la vida universitaria, llena de la gente que no es capaz de hablarte sin tener un celular en la mano.


Una rutina que no podemos romper y unas ganas terribles de huir del presente que, además, son aplastadas por el temor a ser diferentes, son los que define nuestro día a día. Definitivamente, estamos atascados de redes sociales y de preguntas estúpidas. Es fácil juzgarnos y decir que los millenials somos el problema, que somos una bola de mediocres.


Se dice que el rasgo principal de esta generación es la habilidad tan desarrollada para utilizar el internet, pero yo creo que va más allá. Pienso que estamos tan intoxicados con la tecnología que ni siquiera nos damos cuenta de lo que ésta implica en nuestras vidas. Es raro conocer a un joven que no inicie su conversación con un “como el meme de...”, o bien, “ayer vi un post en facebook...”. Se ha vuelto parte de nosotros: dormimos al lado del celular, cuando nos sentimos incómodos nos escudamos detrás de nuestro smartphone, a veces entablamos conversaciones solamente mediante redes sociales en vez de hacerlo frente a frente.


Se habla muy mal de esta generación, sin tener en cuenta que para la juventud, es triste estar sumergidos en el “mañana será”. Nos llenamos de miedos e ilusiones que en conjunto nos hacen creer que terminando la etapa que estamos viviendo actualmente, nuestra vida será perfecta, la tendremos resuelta. Nos sentimos únicos, sin embargo, a diario escucho las conversaciones de todos en la calle y oigo exactamente las mismas expresiones que yo digo: “memes, redes sociales, no mames, no manches, se la voló, es un pendejo, etc”. ¡Entonces grito! es imposible ser diferente cuando somos tantos queriendo ser únicos, pues siempre terminamos siendo iguales entre nosotros.


Es complicado. Alguno busca ser distinto y se pinta el cabello... voltea a su alrededor y todos tienen el pelo del mismo color.


¿¿Generación?? No sé si es un problema generacional, creo que es más bien, humano. Todos estamos hartos de ser iguales, queremos sobresalir y terminamos siendo aún más parecidos porque no hay manera de escapar.


Hace algunos meses me hicieron dos preguntas sobre Fahrenheit 451 de Ray Bradbury, un libro que narra una historia futurista no tan alejada de nuestra realidad, en donde el gobierno le prohibe a la sociedad tener libros, y atasca la ciudad de pantallas gigantes. Entonces entendí que muchos de los jóvenes nos estamos preguntando si la tecnología estará ganando, si el gobierno tendrá un plan para hacernos más ignorantes, si las instituciones nos ocultan algo, etc. Al final, no hacemos nada, no movemos un solo dedo, no sabemos ni qué dedo hay que mover, ni hacia qué dirección. Llegamos a casa, checamos nuestras redes sociales, hacemos los mismos chistes una y otra vez y nos damos por bien servidos.


Desde mi punto de vista, los jóvenes siempre han sido jóvenes. El resto de la sociedad se ocupa de tacharnos de irresponsables, de ambiguos e inexpertos. Puede que sea así. Yo conozco a un montón que son así, pues no son capaces de entablar una conversación sin mencionar algo que vio en Snapchat o un video de Facebook. Conozco a muchísimos que, sin haber abierto más de tres libros en su vida, son capaces de sentirse superiores a sus maestros, creen que “se las saben de todas a todas” y dicen ser muy experimentados en todos los ámbitos de la vida.


Hay otros que deciden ir en contra de todo lo que establece la sociedad. Se burlan de las reglas y creen estar en lo correcto. Si están o no están en lo correcto, no lo sé ni me importa. Lo que sí sé es que a todas estas personas “diferentes” que he conocido, al final siempre termino considerándolas iguales, pues también se muestran superiores a los demás, juzgan sin conocer.


Pero eso no quiere decir que toda una generación se encuentre en lo más profundo de un agujero negro. Como siempre, habrá gente que sobresalga y habrá otros que no. Existirán los millenials que sepan superarse a sí mismos y que no esperen a que todo se resuelva por arte de magia y existirán aquéllos que se la vivan soñando con que su vida se convierta en una imagen de Instagram, en la cual hay un café perfecto, con la compañía perfecta, en un día lluvioso perfecto que huele a nostalgia. Habrá quienes se queden siempre esperando la felicidad y habrá otros que trabajen por ella.


Creo que siempre ha sido y será así; la diferencia es que a los millenials nos tocó vivir una era en donde la tecnología corre muy rápido. No sé; es sólo mi manera de ver las cosas.

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